jueves, 23 de abril de 2015

4. Características clínicas del Síndrome MELAS

                                                                                              Candela Muñoz y Mª Eugenia Ossola


Síntomas

Se trata de una enfermedad multisistémica, esto significa que el trastorno genético afecta a varios órganos y puede producir un desarrollo anormal de múltiples partes del cuerpo.

Por lo general, se ven comprometidos tanto el sistema nervioso central como el periférico, el tracto gastrointestinal, el sistema endocrino, el tejido vascular estriado o cardiaco, los sistemas auditivo y visual entre otros; aunque en determinados casos afecta a un solo órgano.

Aunque los síntomas del síndrome son muy variables, los cuatro que componen el nombre son los más comunes, y son:

- Miopatía mitocondrial: disfunción muscular debido al mal funcionamiento de las mitocondrias

- Encefalopatía: efectos sobre el cerebro (convulsiones, dolores de cabeza, pérdida auditiva a corto plazo, discapacidad en el aprendizaje, problemas de desarrollo…e incluso demencia)

- Acidosis láctica: acumulación de ácido láctico en el cuerpo debido a la pobre producción de energía por parte de las mitocondrias, con lo que se tiende a la fermentación láctica, lo que lleva a la intolerancia al ejercicio y a la debilidad en las extremidades

- Episodios semejantes a apoplejías de hemiparesia transitoria. Estos episodios suelen ser recurrentes y se asocian a la alteración de la conciencia. Los efectos de los episodios irán deteriorando gradualmente tanto las habilidades mentales como las motoras

Los primeros síntomas suelen aparecer entre los 2 y los 10 años de edad, y además suelen estar acompañados de otras manifestaciones variables entre los pacientes y menores, como son:

- Migraña
- Vómitos
- Epilepsia
- Ataxia
-  Retinosis pigmentaria
- Cardiomiopatía
- Disfunción tubular renal proximal

No obstante, también es común que comience a manifestarse en edades adultas, cuando se produce lo que se dice el “estallido” sintomático.


Diagnóstico

El diagnóstico del síndrome se realiza si se cumplen tres criterios:

1)  El individuo ha sufrido un derrame cerebral antes de los 40 años

2) El paciente tiene algún tipo de encefalopatía (convulsiones, demencia, ambas cosas…)

3) El individuo tiene acidosis láctica o irregular de fibras rojas (células musculares anormales, lo que se puede apreciar en una biopsia muscular)
Las pruebas de ADN también se pueden realizar para ver si una de las mutaciones genéticas conocidas en el síndrome está presente.

Así, para concluir el diagnóstico es necesario apoyarse en una serie de pruebas clínicas que pueden ser las siguientes:

- Una resonancia magnética, en la cual se pueden apreciar lesiones hipertensas en T2 (constante de tiempo que se utiliza en la resonancia magnética y que se mide en milisegundos), especialmente entre la sustancia gris y la blanca del encéfalo


- Una tomografía computarizada (TC), que mostrará una atrofia cerebral o pérdida de parte de células del cerebro. Además, se ve una evidente calcificación de los ganglios basales, que se encargan del control del habla, el movimiento y la postura.

En ambas pruebas se observa que las lesiones no se limitan a los territorios vasculares, y por tanto los episodios agudos característicos no son apoplejías típicas.

- Con un análisis de sangre se observa una acumulación anómala de lactato, que en cambio no es anormal en el líquido cefalorraquídeo.

- También es importante realizar una biopsia muscular, que resultará anómala en el 85% de los casos. En ella se observan lesiones de las fibras rojas rasgadas.
De igual manera, el análisis de la actividad de la cadena respiratoria muscular puede revelar y comprobar deficiencias no solo en el complejo O, sino además una deficiencia combinada de los complejos I y IV.
- Todo esto se puede completar con un estudio genético, donde se puede llegar a identificar la mutación responsable del síndrome.

La comprobación genética molecular para las mutaciones de ADN mitocondrial (mtDNA) asociadas con MELAS están clínicamente disponibles. Normalmente pueden descubrirse mutaciones en los leucocitos en sangre en los pacientes con MELAS típico; sin embargo, la circunstancia "heteroplasmática" en los desórdenes de mtDNA pueden producir una distribución variante del tejido del mtDNA mutado. Por lo tanto, la mutación patogénica puede no detectarse en los leucocitos y sólo puede descubrirse en otros tejidos, como el cultivo superficial de fibroblastos, folículos del pelo, el sedimento urinario, o, más fiablemente, los músculos esqueléticos.


También es importante tener en cuenta que, al tratarse de una enfermedad que afecta al DNA mitocondrial, no es fácil el asesoramiento genético debido a la heteroplasmia (la proporción que se hereda es totalmente impredecible). Por tanto, la heterogeneidad de las posibilidades en las proporciones de la mutación entre los tejidos dificulta el diagnóstico prenatal.

Tratamiento

No se conoce ningún tratamiento sistemático para la enfermedad MELAS, que es progresiva y fatal; sino que los síntomas se tratan de manera individual.
La pérdida auditiva se trata mediante un implante coclear, las convulsiones responden a terapias anti convulsivas tradicionales, y para la diabetes se siguen dietas específicas y terapia con insulina.

Los tratamientos que hoy en día se usan buscan modificar el proceso de la enfermedad y se dividen en tres grupos:

·      Agentes farmacológicos y nutricionales.

·      Modificación de macronutrientes en el régimen dietético (el cual incluye suplementos como vitaminas y cofactores).

·      Tratamiento por medio del ejercicios.

En el primero, los agentes farmacológicos se utilizan como antioxidantes: como la coenzima Q10, la idebenona, la vitamina C, la vitamina E y la menadiona. También, hay medicamentos que mejoran la acidosis láctica de manera específica, entre ellos encontramos el dicloroacetato y la dimetilglicina, medicamentos que corrigen deficiencias bioquímicas secundarias, como la carnitina y la creatina, cofactores para la cadena respiratoria como la nicotinamida, la tiamina, el succinato y hormonas como los corticoesteroides y la somatotropina.

En el tratamiento por medio de ejercicios, el más común es el entrenamiento de resistencia, el cual se ha demostrado que logra aumentar la capacidad de trabajo y la capacidad oxidativa en pacientes con este tipo de síndrome.


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